Hoy he cenado con unos compañeros del coro y en un momento de la conversación uno de ellos ha empezado a alterarse porque yo no estaba de acuerdo con él respecto al tema del que estábamos hablando (es un tío genial… que tiene un pronto terrible. 😅) Al ver que aquello se estaba volviendo una bronca en vez de un diálogo, he puesto un límite de la forma más sincera y amable que he sabido: primero le he señalado que estaba levantándome la voz y le he comentado que me gustaría que no lo hiciera porque me resulta muy desagradable. Luego, cuando ha quedado claro que él no iba a moderar el tono, le he dicho que iba a apearme de la conversación porque no llevo bien que me griten, sobre todo si ni siquiera me están dejando hablar.
Me he levantado de la mesa, he pagado y he vuelto para recoger la mochila y la sudadera que llevaba. Estaba de pie y lista para irme (sin dramas ni mala sangre, que conste; sólo con los nervios de la situación) y ese compi, que por suerte había acabado entendiendo el límite que le había marcado, me ha pedido que volviera a sentarme con el grupo otro rato. Me he quedado un poco más, de charla tranqui con ellos hasta que se han calmado los ánimos del todo, y ese compañero y yo nos hemos despedido con un abrazo y de buen rollo 😊
Con ese hombre ya tuve una bronca muy fuerte hace un tiempo, de la que salí llorando, hecha un flan y con un pico de ansiedad que me duró más de una semana, y en su día me propuse no volver a verme en una de esas. Hasta hoy no me había encontrado en una situación parecida y me siento especialmente orgullosa de haber sabido gestionarla (más o menos) bien. Ahora que lo pienso en frío, tengo la sensación de que he reaccionado —o, más bien, actuado— en armonía con lo que predico, con mis principios y, en general, con cómo quiero ser y comportarme.
Ya estoy de vuelta en casa, en mi hábitat, y tengo una contractura muy bestia en el cuello y sensación de haber recibido una buena paliza (puta ansiedad 🥹), pero con eso y con todo creo que lo he llevado muy bien. En fin, que acepto palmaditas en la espalda. 😁
Comentarios
Me alegro mucho, la asertividad es un arte que muy poca gente domina, la creencia general es que las cosas se arreglan a gritos y a tortazos
- Tú lo has dicho, y hay muchas personas que parecen creer que, cuanto más griten, más razón tendrán. Para los que tenemos tendencia a callarnos y hacernos pequeñitos cuando alguien grita, es imprescindible aprender a ser asertivos. Si no, se nos meriendan.
Me ha gustado tu historia. Me alegro mucho por ti, Ana ¡Has podido! ¡Tienes un recuerdo especial para guardar!
Felicidades, enhorabuena,
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